GALA CELTA DE KELTOI BAND E INVITADOS

15.06.2007 12:24

 

GALA CELTA DE KELTOI BAND E INVITADOS    

Por Diego Lolic Wainstein                                                                                                                     

Si tuviera que catalogar y darle etiqueta al concierto de “Keltoi Band”, realizado el pasado 30 de junio en el centro cultural de La Reina, sin lugar a dudas serían los saludos y las gracias de un viajero, que como muchos orejones curiosos, pagamos por ver un show dotado de espacio y virtuosismo. 

¿Por qué uso la palabra del viajero? sencillamente porque cada viaje es una vivencia, una experiencia nueva, un hálito tierno y distinto. 

En este caso no teníamos ni bosques ni caminos agrestes, ni siquiera había ánimos de celebración por pedazos terrestres recorridos y adueñados. Era distinto. En nuestro horizonte descansaron, danzaron y movieron sus falanges cinco músicos y alrededor de siete bellísimos bailarines, dotados de talento y amplio bagaje en la expresión corporal. 
Las canciones interpretadas a la perfección por cada integrante de la banda, dejaron entrever nítidamente un apego a la práctica y constancia, y aunque se cree que la música celta debe ser interpretada en ambientes de juerga (mayoritariamente pubs y Saint Patrick days), todo precepto quedó atrás, restado de importancia y de valor. 
Quedó en tal manifiesto el poder de solemnidad y de unificación musical, que pasados tres temas; Keltoi nos hechizó su espíritu alegre y profundo, no pusimos resistencia, terminamos aplaudiendo y bailando hasta que el show acabó. 
Cada canción mostraba un vasto trabajo previo, anidadas mayormente en la Irlanda profunda, en viajes de marineros, bardos y juglares. 

La academia de “Sandra Claren” amenizó la noche aún mas, entregándole vida a esta verdadera hoguera de emociones; aparecieron cuatro hadas y dos hados que con desplante y sutileza realizaron bailes irlandeses al son de los whistles y el bodhran, tal cual estuviéramos en una fogata campestre, o en alguna celebración a gran escala.

El conjuro ya estaba dictado, una prueba de ello fueron nuestros pies, que inconcientemente se despegaban del piso intentando seguir el ritmo del mítico “tap-dance”. 

Dos veces irrumpió Gonzalo Quezada con su gaita escocesa y su kitchen bagpipe para entregarnos la fuerza y embestida musical de las tierras altas. Lució el vistoso traje escocés, y atado a la cintura un “kilt” colorido y deslumbrante. 
Marchó orgulloso por el escenario para luego retirarse entonando cánticos de batalla y honor, rápidamente reconocibles; fue un invitado de altura y su interpretación dejó ganas de seguir siendo escuchada, un aporte inconfundible. 

Lo ocurrido esa noche, causó revuelo en las cabezas de muchos presentes, ya que en una faceta casi cretina, utilizamos a “Keltoi Band” como una catapulta, en la cual cada disparo constaba de un viaje interior, una atmósfera distinta, y una belleza cegadora.